Miguel Flavián; Fundador GM&Co

Tras un largo y complejo periodo de negociación y ratificación del acuerdo de salida, que se ha cobrado el puesto de dos Primeros Ministros en el Reino Unido, el pasado 31 de enero el Reino Unido dejaba de formar parte de la Unión Europea. Empieza el periodo de transición de 11 meses en el que las dos partes quieren firmar un acuerdo que debe regir la nueva relación, contemplando un tratado comercial y muchos otros acuerdos de los ámbitos de la colaboración internacional, gobernanza, etc., que refleje en parte la estrecha relación que el país y el bloque han tenido durante tantos años. El reto es grande, y además, con la crisis del coronavirus de por medio, que ha paralizado todo, aún se ciernen más sombras sobre el desenlace.

El alcance de estas negociaciones es mucho más amplio que el de las negociaciones de la primera fase, en las que se negociaba el acuerdo de salida, y van a 11 equipos en paralelo. Aunque muchas veces se hable del aspecto comercial (tarifas, cuotas, inclusión o no de los servicios), van mucho más allá y van a tratar cuestiones que pueden afectar a los principios de la Unión Europea, y la propia soberanía del Reino Unido, por lo que la sensibilidad política va a estar al rojo vivo. Boris Johnson se ha comprometido.

Si pudiéramos sintetizar en una palabra los objetivos de cada una de las partes, del Reino Unido escogeríamos “independencia”, y para la Unión Europea “garantías”.

El Reino Unido busca mantener el acceso al mercado europeo, sin tener que someterse a la normativa europea ni a su control. Quiere en principio un acuerdo comercial que le permita seguir importando y exportando con la Unión Europea sin tarifas ni cuotas.

La Unión Europea quiere que el Reino Unido se comprometa mantener su normativa en la misma línea que las europeas, que no haya una divergencia clara que pudiera...

Artículo completo en Revista Alimentaria 513

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