#EtiquetadoClaro: Descubre todo sobre la intoleracia a la lactosa

  • |  AESAN
  • |  08-01-2021

La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) ha publicado un nuevo cuadríptico informativo con información detallada, rigurosa y útil sobre la intolerancia a la lactosa. El texto se ha creado en consenso con todas las partes interesadas, especialmente con las asociaciones de afectados. Recordamos que también publicó otro documento sobre la enfermedad celíaca.

La lactosa es el llamado azúcar de la leche, un disacárido natural compuesto de glucosa y galactosa. Un azúcar naturalmente presente en la leche de todos los mamíferos (vaca, oveja, cabra...) y sus derivados (queso, yogur, nata, mantequilla, helados, etc.). Nuestro organismo, para poder digerir la lactosa, debe desdoblarla en glucosa y galactosa. La intolerancia a la lactosa se produce cuando en nuestro intestino delgado no hay suficiente cantidad del enzima lactasa, necesaria para desdoblar esta lactosa consumida. La lactosa, sin digerir, llega al intestino grueso y provoca los síntomas clásicos de esta intolerancia como son dolores intestinales, gases, diarrea, hinchazón de barriga y náuseas.

 

Hay que saber diferenciar entre alergia a la proteína de la leche e intolerancia a la lactosa.

 

La intolerancia a la lactosa (el azúcar de la leche) no es lo mismo que la alergia a la proteína de la leche (caseína, beta-lactoglobulina, ...) cuya reacción es aguda y puede ser grave e implicar un riesgo de muerte inmediata. Las personas alérgicas a las proteínas de la leche no pueden consumir productos lácteos, aunque sean “sin lactosa” o con “bajo contenido en lactosa”.


 

#EtiquetadoClaro: ¿Cómo leer las etiquetas?

En alimentos envasados, en la “lista de ingredientes” debe figurar de forma destacada, mediante una composición tipográfica que la diferencie claramente del resto de ingredientes, las palabras lactosa, leche o cualquiera de sus derivados.

En caso de que no haya lista de ingredientes, se indicarán después de la palabra “contiene”. Cuando en la lista de ingredientes (o después de la palabra contiene) figure de forma destacada la palabra leche o cualquiera de sus derivados, debe entenderse que el producto contiene lactosa y proteínas lácteas, por lo que no resulta apto ni para alérgicos a las proteínas de la leche ni para intolerantes a la lactosa. Es importante leer siempre la lista de ingredientes porque hay muchos alimentos distintos de los productos lácteos (embutidos, sopas, salsas, bollería, etc.) que incluyen lactosa entre sus ingredientes.

Y si el producto no está envasado, la información se puede presentar de las siguientes formas:

Etiquetas: adheridas al alimento en el caso de que éste se haya envasado previamente por el minorista para su venta inmediata y la venta sea sin vendedor (por ejemplo, bandeja de frutas, carne, bollos, queso, etc.).

En carteles: colocados donde los alimentos se presenten para su venta. Puede facilitarse así en el caso de alimentos que se suministran sin envasar o se envasan en el lugar de venta a petición del comprador; y alimentos previamente envasados por el minorista para su venta inmediata, siempre que la venta se realice con vendedor.

Mediante otros medios apropiados: como información oral, menú o carta, accesibles para el consumidor antes de que finalice la compra y sin coste adicional.


 

La indicación adecuada

No es lo mismo “sin lactosa” que “bajo en lactosa”, pero ¿sabemos qué implican exactamente?

Dada la importancia de estas menciones para las personas intolerantes a la lactosa, sobre la base de la opinión científica de EFSA, se han adoptado unas orientaciones nacionales -no vinculantes- sobre el empleo de unos niveles en productos de consumo ordinario comercializados en España, hasta que se adopten normas armonizadas en la Unión Europea.

Los “SIN LACTOSA”, son aquellos que acrediten ausencia de lactosa con las técnicas analíticas más sensibles disponibles. Es decir, inferior al 0,01% de lactosa.

Los “BAJO CONTENIDO EN LACTOSA”, son aquellos con contenidos en lactosa residual medible y que se sitúan generalmente por debajo del 1%.

 

 

 

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