Los trastornos de la conducta alimentaria, un grave problema

Va mucho más allá del simple hecho de estar delgado, tienen implicaciones emocionales y psicológicas graves

Hablar de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) como lo que realmente son, una de las patologías más frecuentes y complejas de nuestro tiempo, sigue resultando difícil en esta sociedad del siglo XXI.

Para dar visibilidad a este problema, la Universidad de Burgos (UBU) organizó en junio una Jornada de Prevención y Sensibilización de los Trastornos de la Conducta Alimentaria, en colaboración con el Ayuntamiento de Burgos y la Asociación de Familiares de Enfermos de Anorexia y Bulimia de Burgos (ADEFAB).

En la Jornada, María Ángeles Martínez Martín, decana de la Facultad de Ciencias de la Salud, presentó la "Guía de Trastornos de la Conducta Alimentaria. Respuestas sencillas a preguntas complejas”, en la que colaboran conjuntamente la UBU, el Ayuntamiento de Burgos y la Asociación ADEFAB.

 

Un problema escondido

María Ángeles Martínez Martín advierte: "No somos conscientes de la gravedad e implicaciones que conllevan estos trastornos. Esta falta de consciencia es debida, en parte, a que la preocupación por realizar dietas o utilizar productos peligrosos para la salud, con el objetivo de reducir peso y mejorar la satisfacción corporal, forma parte de los hábitos cotidianos de muchas personas, haciendo parecer como “normales” conductas y actitudes hacia la comida que realmente son inadecuadas e incluso patológicas".

"Además, las redes sociales, en forma de diferentes páginas webs, arropan a personas que sufren TCA haciéndoles creer que sus conductas son un estilo de vida sin considerarlas un trastorno emocional que requiere de intervención específica y cualificada", añade.

"Nos encontramos con un doble problema: por una parte, la falta de conciencia de enfermedad complica y retrasa el pedir ayuda, y por otra, la exposición a formas de actuar que pueden fomentar un desarrollo rápido y la cronicidad del trastorno", continúa la decana de la UBU.

Ante esta situación, Martínez Martín nos da la clave: "La prevención, a través de la educación, es la herramienta principal con la que contamos para intentar reducir la incidencia y la prevalencia".

Por eso han publicado la Guía, dirigida a adolescentes, jóvenes, educadores y familiares. A través de once preguntas y respuestas, pretende acercarlos a la realidad del TCA de una manera didáctica y amena.

 

 

 

¿Cómo ha afectado la pandemia a los trastornos alimentarios?

La experta nos explica que los efectos de la COVID-19 en los trastornos de la conducta alimentaria son todavía desconocidos. "La pandemia está teniendo un impacto muy profundo y negativo en las personas con TCA, afectando tanto a su sintomatología como al proceso de recuperación. Las personas con estos trastornos tienen que enfrentarse a una doble amenaza: la COVID-19 y su enfermedad", asegura.

El confinamiento se ha convertido en un factor precipitante para el desarrollo de un TCA en población vulnerable y, en personas con patología alimentaria previa, un factor de riesgo de recaída o empeoramiento de la sintomatología alimentaria.

A las complicaciones propias del trastorno, se han de sumar importantes indicadores de riesgo producto de la crisis actual:

Altos índices de estrés asociados a las rigurosas pautas de seguridad.

Continuas y ambiguas medidas restrictivas.

Interrupción de las rutinas.

Aislamiento social.

Miedo al contagio.

Desánimo acumulado.

Angustia causada por la incertidumbre y la reducción del tratamiento habitual.

Su bienestar psicológico se ha visto gravemente afectado, aumentando la sensación de descontrol que intentan gestionar con un aumento de las restricciones dietéticas u otras conductas extremas de control de peso o con episodios de atracones. Asimismo, ha aumentado el sentimiento de aislamiento social, la rumiación sobre su trastorno y se ha reducido la sensación de apoyo social.

El uso de las redes sociales y las videollamadas parecen tener una repercusión ambivalente. A las consecuencias positivas se unen las secuelas negativas asociadas a una mayor conciencia del yo corporal que puede provocar autocrítica, generando una fuente añadida de ansiedad y aumentando el riesgo de distanciamiento social.

Con todos estos factores, en este tiempo de pandemia se ha detectado un aumento considerable de nuevos casos con TCA, así como recaídas o estancamientos en el proceso terapéutico de muchas de las personas afectadas. El acceso a la atención sanitaria se ha visto reducido y los tratamientos de las personas con TCA han sido interrumpidos, retrasados o cambiados a modalidad telepresencial.

Los familiares también han visto aumentado su nivel de estrés.

 

¿Qué indicios puedo tener de estar padeciendo (o de que una persona de mi entorno pueda estar padeciendo) un trastorno de este tipo?

María Ángeles Martínez Martín indica que hay varias señales de alarma que pueden informarnos sobre la posible existencia de un TCA:

- Realizar dietas restrictivas no justificadas.

- Preocupación constante por la comida.

- Interés exagerado por recetas de cocina.

- Sentimiento de culpa por haber comido.

- Comportamiento alimentario extraño (velocidad ingesta, comer derecho, etc.).

- Levantarse de la mesa y encerrarse en el baño después de cada comida.

- Aumento de la frecuencia y cantidad de tiempo que está en el baño.

- Evitar comidas en familia.

- Rapidez con la que se acaba la comida de casa.

- Encontrar comida escondida, o grandes cantidades de restos de comida, envoltorios, etc., por ejemplo, en su habitación o en la basura.
 

En muchas ocasiones la familia suele ser la última en enterarse y son los amigos y educadores los que suelen detectar antes las señales de alerta.

Es primordial informar rápidamente a la familia ya que más vale una falsa alarma que un aviso tardío. Y es fundamental que ante estas señales se consulte a los profesionales. La detección temprana de los TCA es esencial para una intervención eficaz y la solución del problema.

 

Además hay que tener en cuenta si hay pérdida de peso injustificada u oscilaciones de peso, miedo y rechazo exagerado al sobrepeso, conductas compensatorias, desaparición del ciclo menstrual, caída del cabello, palidez, mareos, estreñimiento, etc. o si existe una percepción errónea de tener un cuerpo grueso; intentos de esconder el cuerpo con ropa ancha… o se ha producido una alteración del rendimiento académico o laboral; aislamiento progresivo; aumento de la irritabilidad y agresividad; aumento de los síntomas depresivos y/o la ansiedad (cambios a nivel emocional); comportamientos manipulativos y aparición de mentiras.

Es importante tener claro que, aunque el signo que más nos llama la atención y preocupa es el bajo peso, los TCA van mucho más allá del simple hecho de estar delgado, tienen implicaciones emocionales y psicológicas que no se solucionan con ganar unos kilos.

Los TCA conllevan, importantes consecuencias a nivel físico, cognitivo, emocional y social que afectan a la vida personal, familiar, académica y social de la persona. Implican un alto riesgo de muerte por suicidio o por complicaciones físicas y médicas. De hecho, es la tercera enfermedad crónica, después del asma y la obesidad, más frecuente en la adolescencia y la enfermedad mental que más muertes provoca.

 

 

¿Qué acciones puedo tomar para tener ayuda?

La decana de la Facultad de Ciencias de la Salud es clara: "Cuando conocemos o identificamos que una persona de nuestro entorno, sea familiar, alumno, amigo o compañero, puede estar padeciendo un TCA, siempre hemos de plantearnos realizar algún tipo de intervención".

"Hay que tener claro que la recuperación es posible. El abordaje interdisciplinar (médico, psicológico y socioeducativo) unido a la coordinación entre diferentes servicios hacen posible alcanzar este objetivo. Es necesario que la persona tome conciencia de su enfermedad, esté preparada para el cambio, reciba el tratamiento adecuado y cuente con el apoyo de su familia", añade.

El camino de la recuperación no es fácil, no es lineal, no siempre va hacia arriba ni en la dirección deseada. Durante todo el proceso se alternan episodios de sano avance con recaídas en un perfil de diente de sierra. Las recaídas son parte del proceso y lo importante es trabajarlas, aportar herramientas que permitan detectarlas, entenderlas y poner en marcha las gestiones necesarias para que no vuelvan a ocurrir.

"No podemos equiparar estos trastornos a las enfermedades físicas en las que, normalmente, con una medicación adecuada se produce un periodo de recuperación más o menos largo. Cada persona es única y distinta a la hora de encarar su recuperación y luchar por ella. Lo que es útil y aplicable a unas no lo es para otras. Por ello, a la hora de informar sobre la duración del proceso de recuperación o sobre si la recuperación es total, debemos ser objetivos, evitar el derrotismo y las falsas esperanzas, adaptarnos a las características de la persona y ofrecerle todo lo que necesite para vencer los obstáculos que entorpezcan sus pasos hacia la meta. En el proceso de recuperación la detección, diagnóstico e intervención tempranas son imprescindibles", concluye Martínez Martín.

 

Si tienes un TCA ten en cuenta lo siguiente:

Los TCA son un problema muy complejo que pueden tener consecuencias muy serias. Acude a los profesionales para realizar cualquier consulta.

Te van a ayudar, no lo dudes y evitarán que sigas sufriendo.

Tu familia es un pilar importante en tu recuperación, díselo. Estarán a tu lado.

Los TCA se pueden superar con ayuda y con tratamiento especializado.



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