Ajo congelado: ahorra tiempo conservando sus mismas propiedades y sabor
El ajo se puede encontrar preparado, picado y congelado, lo que permite tenerlo listo en el congelador todo el año
Uno de los alimentos más característicos de la dieta mediterránea es el ajo, un ingrediente que ya formaba parte de la alimentación de la cultura egipcia y que, hoy en día, es clave en nuestra gastronomía, ya que, además de sabor, aporta multitud de beneficios para la salud. Por ello, la Asociación Española de Fabricantes de Vegetales Congelados (ASEVEC) ha querido poner en valor sus beneficios y recordar los importantes avances del sector que produce su versión congelada.
El ajo también se puede encontrar preparado, picado y congelado, lo que “supone una ventaja porque permite tenerlo listo en el congelador todo el año, sin que se estropee, proporcionando una gran comodidad y un importante ahorro de tiempo”, afirma Álvaro Aguilar, secretario general de ASEVEC. Además, “con el ajo congelado, evitamos que nos huelan las manos al pelarlo o picarlo”, añade.
El ajo congelado es un alimento que potencia el sabor a los platos de una forma rápida y cómoda, tan solo hay que echar la cantidad deseada en la sartén con el aceite a temperatura. También permite hacer otras recetas como este pan de ajo ultracongelado.
Propiedades del ajo
Además de por su característico olor y sabor, el ajo es una de las raíces más conocidas y estudiadas por sus propiedades, debido a que sus beneficios son diversos si se incorpora a una dieta equilibrada.
El consumo de ajo crudo aporta alicina, un compuesto que posee propiedades antibióticas y que ayuda a combatir el colesterol; también es antioxidante y antibacteriano, ayudando a reforzar el sistema inmunológico. Por último, se le atribuye la cualidad de mejorar la presión sanguínea y, dentro de su composición, contiene hierro, calcio, potasio y vitaminas.
En cuanto al ajo congelado, Aguilar asegura que las propiedades de esta hortaliza “se conservan como las del resto de las verduras”, con la ventaja de que “nos permite tenerlo siempre disponible sin correr el riesgo de que se ponga malo”.
Esta conservación se debe al proceso de ultracongelación. "Un proceso en el que se congela el producto a gran velocidad, en continuo movimiento para conservar la calidad, sabor y valor nutricional y con aire a - 40 °C, lo que permite que el producto alcance rápidamente la temperatura de - 20 °C, consiguiendo así mantener los nutrientes y la textura de cuando estaba fresco”, concluye Álvaro Aguilar.
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