El kiwi es una fruta que se introdujo en nuestro país en los años 80, procedente de Nueva Zelanda. Actualmente, se cultiva en diversas zonas del norte de la Península, principalmente Galicia y Asturias. En el caso del proyecto Kiwín bio, la ingeniera forestal Cristina Secades Cicero ha apostado por una variedad de kiwi muy especial, el mini, que empezó a cultivar en 2016 desde cero y sin ayudas económicas, en dos fincas de su abuela situadas en los límites de Llanera y Gijón (Asturias).

“Valoré diferentes posibilidades, pero cuando conocí esta variedad de kiwi y lo probé, me enamoró. A pesar de los riesgos y dificultades, aposté por una pequeña plantación, compatibilizándolo con otros trabajos. Desde siempre he sido amante de la naturaleza, pero con los años me fui interesando en conocer también de dónde viene lo que comemos y cómo se produce, por lo que completé mi formación en materias como conservación de recursos biológicos, agricultura ecológica, fruticultura, etc. Mi objetivo es trabajar con la naturaleza para intentar lograr el menor impacto posible, lo cual lleva tiempo, estudio y experiencia. También contribuir a la recuperación del campo asturiano, ya que, sin este proyecto, la tierra que heredo de mi abuela habría quedado vacía, olvidada y sin aprovechar. En definitiva, formo parte de la red de personas que apostamos por ofrecer los mejores alimentos con corazón”, relata Cristina.

Por el momento, ofrece minikiwis en fresco en varios formatos, según demanda, con un total de siete variedades que cubren diferentes momentos de la campaña y recolectadas en el mejor punto de maduración posible, de manera que se separan de la planta a partir del doble de contenido en azúcares respecto a la práctica habitual.

En cuanto a sus propiedades, Cristina Secades explica que, “aunque está emparentado con el kiwi, el minikiwi tiene numerosas propiedades beneficiosas: tiene más…

Artículo completo en Revista Alimentaria 519

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