M. Victoria Moreno-Arribas, científica del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (CIAL), CSIC-UAM, repasa en el número de abril los diferentes tipos de cierres empleados para taponar las botellas de vino.

La experta recuerda que "el corcho ha monopolizado prácticamente el taponado de las botellas de vino durante siglos, fundamentalmente por tratarse del único material disponible que reunía las características necesarias para garantizar un cierre correcto de las botellas. Es precisamente su capacidad para mantener la estanqueidad la que limita la entrada de oxígeno al interior de la botella, retrasando el proceso natural de oxidación del vino, permitiendo su correcta evolución y respetando las características del producto final".

No obstante, añade que "al corcho también se le atribuyen inconvenientes. De hecho uno de los problemas más conocidos a nivel de consumo de vino, es el ‘gusto a moho’ popularmente conocido como ‘gusto a corcho’ debido a la presencia del compuesto 2,4,6-tricloroanisol (TCA). Se trata de una de las alteraciones más preocupantes que afectan a la calidad y propiedades sensoriales del vino y bebidas espirituosas en el consumo y comercialización a nivel mundial".

M. Victoria Moreno-Arribas explica las prácticas y soluciones que ha desarrollado la industria vitivinícola respecto a este problema, y luego pasa a referir los pros y contras de otros sistemas de taponado o de envasado de vino alternativos al tapón de corcho: cápsulas metálicas de rosca (screw cap o pilferproof), tapones sintéticos y tapones técnicos y/o semisintéticos.

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Publicado en Revista Alimentaria 492

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