_{Javier Millán-Astray}

_{Director General de ANGED}

La pandemia del COVID-19 está poniendo a prueba todas nuestras capacidades como sociedad y economía. Desde marzo hemos vivido unos meses muy duros, sobre todo por el tremendo coste en vidas humanas y el impacto en nuestro sistema sanitario. Pero en este difícil trance hemos constatado que la colaboración entre empresas, trabajadores e instituciones es determinante a la hora de hacer frente a los problemas de forma rápida y eficaz.

Las empresas de distribución, sus trabajadores y toda su cadena de valor son un claro ejemplo de como en un entorno extremadamente complejo y con una fuerte presión, se puede garantizar el abastecimiento diario y seguro de alimentos y productos básicos en toda España gracias a la fuerza de la colaboración.

Los clientes ven las tiendas como lugares seguros y que se han adaptado rápidamente a sus nuevos hábitos de compra. Disponemos de suficiente información por parte de empresas y consumidores sobre las medidas de prevención adecuadas y se han aplicado estrictos protocolos en tienda que funcionan bien. Además, las empresas tienen experiencia sobre cómo adaptar toda su operativa a cualquier contingencia.

De hecho, vemos que existe un reconocimiento social hacia el Comercio, como un sector que ha adoptado las medidas correctas para mejorar la seguridad en las tiendas, adaptarse con agilidad a las nuevas exigencias y que colabora activamente con las autoridades sanitarias. Además, el compromiso de las empresas de distribución con la industria nacional está siendo fundamental, porque su efecto indirecto sobre otras actividades es indispensable para la reactivación económica que tenemos por delante.

Desde nuestro punto de vista, las empresas van a ser las protagonistas de esta recuperación económica. No existe otra alternativa. Por eso es imprescindible que el Gobierno y resto de Instituciones confíen más en ellas, proporcionando un entorno que impulse de nuevo su crecimiento.
 

Entre las muchas tareas que tenemos que afrontar, sin duda es urgente impulsar un gran compromiso nacional para reactivar la confianza de los ciudadanos y el consumo de los hogares, tras un verano muy negativo para el Turismo que, según datos del sector, ha perdido 98.000 millones de euros en ingresos. La distribución va a aportar toda su capacidad en la reactivación de este ciclo virtuoso del consumo, que tiene un impacto directo e indirecto sobre el empleo y la recaudación del Estado.

No esperamos por tanto volver a situaciones de meses atrás, con cierre casi total del comercio. En primer lugar, porque empresas y consumidores han asimilado que la prevención y la seguridad en las tiendas son fundamentales. Y en segundo lugar, porque tendría unas consecuencias nefastas para el conjunto de la actividad económica del país.

Por último, me gustaría poner en valor el buen trabajo que han realizado los grandes formatos comerciales, entre ellos los hipermercados, que se han ganado la confianza de  los consumidores en esta pandemia y han liderado el crecimiento de ventas durante este periodo, gracias a su esfuerzo por adaptarse, con asombrosa celeridad, a este nuevo escenario de consumo: son espacios más amplios, donde es más sencillo adoptar medidas de distanciamiento, control de aforo y seguridad para clientes y empleados. Al tener un surtido más amplio, favorecen una compra más planificada en un mismo punto, reduciendo desplazamientos. Y al mismo tiempo han permitido a miles de empresas de la cadena mantener su actividad comercial.

Estos formatos, no solo en alimentación, son además los que más recursos han invertido los últimos años en crear un entorno omnicanalidad, que integra canales de venta e interacción con el cliente físicos y online, que ha sido determinante para dar servicio a los consumidores durante y después del confinamiento.


 

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