_{Antonio Garamendi}

_{Presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE)}

La crisis sanitaria derivada del COVID-19 ha dejado tras de sí un terrible rastro de dolor por la pérdida de miles de vidas humanas, al que hay que sumar también una crisis económica que está derivando en una crisis social en nuestro país.

En estos meses de emergencia sanitaria, como no podía ser de otra manera, los empresarios han vuelto a poner de manifiesto de múltiples formas su compromiso con la sociedad, asumiendo cada uno de ellos su responsabilidad ante la situación que nos ha tocado vivir. En el caso concreto del sector agroalimentario, su labor como servicio esencial durante la pandemia ha sido vital para poder seguir abasteciendo de alimentos a la población y mantener, de este modo, un cierto grado de normalidad dentro de la excepcionalidad impuesta a causa de la crisis.

Para hacerlo posible, durante este tiempo el sector ha tenido que equilibrar las necesidades de producción para responder a una demanda que en algunos momentos ha sido mayor a la habitual, con la garantía de protección de la seguridad y salud de sus trabajadores en un escenario de gran incertidumbre, colaborando de este modo además al mantenimiento del empleo.

Objetivo cumplido. Con su trabajo, el sector, tanto empresarios como trabajadores, han dado un ejemplo impagable por el que creo sinceramente que merece el agradecimiento de toda la sociedad, y que le ha posicionado en el lugar primordial que en mi opinión debe ocupar.

Pero las empresas agroalimentarias deben seguir mirando al futuro. El pasado 17 de junio, el sector protagonizó, junto con la industria y el sector del automóvil, la tercera jornada de la Cumbre Empresarial organizada por CEOE bajo el título ‘Empresas Españolas: Liderando el Futuro’, que se desarrolló del 15 al 24 de junio para dar voz a representantes del mundo empresarial español al más alto nivel y poder exponer su visión sobre la situación actual y sobre la estrategia de salida de la crisis del COVID-19.

En dicha Cumbre, el sector agroalimentario puso sobre la mesa la necesidad de apostar y potenciar la colaboración público-privada en todos los ámbitos, y en concreto propuso crear en el campo un consorcio público-privado que promocione y exporte los productos españoles. Para el sector, la unidad de mercado es imprescindible de cara a evitar desventajas competitivas con otros sectores de la Unión Europea y de terceros países. Además, el sector puso de manifiesto que es imprescindible que la digitalización llegue de forma efectiva al mundo rural, así como promover desgravaciones fiscales para las empresas.

 

Otros retos que va a tener que afrontar el sector, y que han quedado si cabe más patentes durante la pandemia, son la necesaria digitalización en todos los ámbitos, la innovación o la sostenibilidad.

Desde estas líneas, quiero reiterar el apoyo decidido que desde la Confederación Española de Organizaciones Empresariales, CEOE, vamos a seguir brindando a las empresas agroalimentarias españolas para que alcancen cada vez mayores cotas de competitividad que les permita continuar generando riqueza y empleo, y llevando la Marca España como bandera de excelencia alrededor del mundo.

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