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En un mundo marcado por el cambio climático, la biodiversidad en retroceso y el agotamiento de recursos naturales, surgen ejemplos que muestran cómo cultivar alimentos sanos y sostenibles es posible. Uno de ellos es Huerta Emiliana, un proyecto agroecológico liderado por el Dr. Ángel Martín, que combina innovación, compromiso social y respeto por el entorno. Vamos a explorar cómo esta iniciativa se ha convertido en un faro de sostenibilidad agrícola y reconocimiento, gracias a su enfoque responsable, su calidad excepcional y su visión humanista.
FUNDADOR: EL DR. ÁNGEL MARTÍN
El corazón de Huerta Emiliana late al ritmo de la pasión y dedicación de su fundador, el Dr. Ángel Martín. Médico de profesión, aplicó su espíritu científico y su sentido del detalle a la agricultura. Su huerta, ubicada en Navarrevisca, Ávila, es testimonio de su empeño por cultivar de forma responsable, eficiente y con profundo respeto por el entorno natural.
Premio al mejor tomate: una cosecha galardonada
El trabajo del Dr. Martín recibió un reconocimiento muy especial en marzo de 2025. Su Huerta Emiliana fue destacada en el concurso del Mercado de Tomates de Las Rozas, un evento que reunió agricultores de toda la Comunidad de Madrid en torno a la calidad del fruto y el intercambio de técnicas agrícolas.
Los tomates cultivados en la huerta se distinguieron por:
• Frescura: cosechados en el momento óptimo para preservar sabor y textura.
• Sostenibilidad: fruto de prácticas amigables con el ecosistema, que fortalecen la biodiversidad y reducen el impacto ambiental.
• Variedad: diversas especies que aportan sabores y texturas únicas.
• Nutrición: ricos en vitaminas, antioxidantes y elementos saludables.
Este galardón no es solo un premio al sabor o la apariencia, sino un reconocimiento a un modelo agroecológico que combina excelencia, responsabilidad y salud pública. Gracias a ello, tanto la huerta como la taberna asociada, La Tienta, ganaron visibilidad como referentes de producción local de alta calidad.

NUEVAS DIMENSIONES DEL MODELO AGROECOLÓGICO
1. Sostenibilidad ambiental
Huerta Emiliana prescinde de pesticidas, fertilizantes químicos y organismos modificados, apostando por la rotación de cultivos, el compostaje, el uso de abonos verdes y el control biológico de plagas. Estas prácticas regeneran el suelo, conservan recursos hídricos y propician un ecosistema saludable.
2. Sostenibilidad económica
Con venta directa en ferias, redes de consumidores responsables y circuitos cortos, el proyecto optimiza retornos para el productor y fortalece vínculos con quienes consumen los productos.
3. Sostenibilidad social
A través de visitas guiadas, voluntariados, talleres y programas con escuelas, la huerta fomenta una cultura de transformación comunitaria, conciencia ambiental y soberanía alimentaria.
4. Biodiversidad, salud y soberanía alimentaria
La diversidad de cultivos, la conservación de semillas criollas y los espacios naturales integrados promueven una agricultura resiliente y nutritiva, alineada con el derecho de cada comunidad a decidir cómo alimentarse.
RETOS PRESENTES Y OPORTUNIDADES FUTURAS
A pesar de su inspiración, la iniciativa enfrenta obstáculos comunes:
• Acceso a tierras: es complejo expandir sin apoyos institucionales.
• Cambio cultural: es necesario erradicar hábitos de consumo desinformados y poco sostenibles.
• Políticas públicas limitadas: faltan incentivos para agricultura local saludable.
• Condiciones climáticas adversas: como sequías extremas, que dificultan la producción.
Pero cada uno de estos desafíos se convierte en una oportunidad si se responde con innovación, colaboración y compromiso comunitario.
OTRO MODELO AGRÍCOLA ES POSIBLE
Huerta Emiliana, liderada por el Dr. Ángel Martín, representa un modelo vivo de agricultura sostenible: oikos, economía, justicia y salud confluyen en su huerto en Ávila. El reciente galardón en el concurso del Mercado de Tomates de Las Rozas es una muestra palpable de que la calidad y el cuidado ambiental pueden ir de la mano.
Este proyecto nos recuerda que otro modelo agrícola es posible: uno que genera alimento nutritivo, conciencia, comunidad y esperanza. Cuando cultivamos con respeto hacia la tierra, cosechamos un futuro más justo, resiliente y humano.